COMO NUESTRA MANERA DE PENSAR INFLUYE EN NUESTRA VIDA
Mucha gente no se suele parar a pensar en quien son y porque son así en su día a día y la mayoría de los que lo hacen piensan que son lo que piensan, es decir, se identifican con sus pensamientos.
Según estudios científicos tenemos unos 70000 pensamientos al día y un 90% de ellos son negativos, repetitivos y relacionados con el pasado.
Según los expertos nuestro cerebro está diseñado para la supervivencia y no para la felicidad. Pero la gracia de entender cómo funciona nuestra mente y hacerse consciente de ella ara que podamos cultivar la felicidad si uno la sabe trabajar.
Des de principio de nuestros tiempos la evolución nos han permitido desarrollar un sistema automático para salir de los peligros sin pensar (por ejemplo, nuestros antepasados al principio de los tiempos tenían que estar alerta para cazar o ser cazados para sobrevivir), por lo que nuestra atención siempre está más focalizada en lo negativo (el miedo a por lo que pueda pasar), en los peligros y en nuestra supervivencia.
Nuestro ritmo de vida frenético hace que funcionemos en piloto automático sin ser plenamente conscientes ni de lo que hacemos ni de lo que pensamos.
La mayoría de nuestros pensamientos son automáticos, es decir, nuestro inconsciente decide y hace por nosotros.
El problema viene cuando nos identificamos y nos creemos lo que pensamos.
No somos conscientes de como los pensamientos determinan y condicionan nuestra vida.
Nuestros pensamientos son los que determinan cómo nos sentimos y cómo actuamos.
Nuestro pensamientos tienen un tiempo determinado, incluso los pensamientos negativos, a salvo que nosotros hagamos lo contrario y les hagamos caso dándoles la oportunidad de crecer.
No puede haber un estado emocional (un sentimiento) si antes no hay una interpretación que lo haya provocado. Nuestro juicio interno y nuestras interpretaciones van a influenciar en ello.
Te voy a poner un ejemplo de la interpretación, si hubiera una relación directa entre lo que nos sucede y cómo nos sentimos, a todo el mundo que le sucediera lo mismo, reaccionaría de la misma manera. Y eso no es así porque cada uno lo interpretar de una manera u otra.
Otro ejemplo de interpretación y, por lo tanto, de crear nuestra realidad, no la realidad absoluta, sería el siguiente:
SITUACIÓN: voy por la calle, veo a un amigo mío y no me saluda.
Interpretación 1: No pasa nada, no me habrá visto.
Emoción 1: me siento tranquilo y bien
Interpretación 2: ¡Qué raro! No sé por qué no me ha saludado si ayer nos vimos y estábamos bien.
Emoción 2: me siento con rabia, ira, estoy enfado
Interpretación 3: Igual está enfadado por algo que hice o dije, pero no sé qué podrá ser
Emoción 3: me siento triste, culpable, con malestar, no comprendo porque lo ha hecho…
Los seres humanos no vemos la realidad como es, sino como somos mediante nuestras interpretaciones que suele venir dadas por nuestras experiencias de vida.
Nuestros pensamientos son un filtro entre lo que verdaderamente ocurre y lo que nosotros sentimos.
Cada uno de nosotros tiene el poder de decidir cómo interpretar la realidad. Esta decisión determinará qué sentimientos vamos a experimentar.
Es muy probable que ahora te salga la siguiente expresión: si fuera tan fácil no estaría así con este estado de ánimo bajo ahora mismo. La respuesta está en hacer énfasis en la palabra fácil. No se trata de que sea fácil se trata de identificar, desindentificar y programar nuestra mente para que actué como nosotros queramos. Y cuando entendemos cómo hacerlo, uno no utiliza las palabras duales como fácil o difícil ya que se trabaja en otro plano de consciencia creadora.
Nuestros pensamientos influyen directamente en nuestros sentimientos y éstos condicionan nuestras acciones, o sea, nuestras conductas. Lo podemos resumir en 3 verbos: pensar, sentir y hacer.
Así que todo pensamiento provoca un sentimiento y una actitud que mueve nuestras conductas. Podemos identificar esta secuencia lógica en nuestro día a día. Por ejemplo: si pensamos que no hay suficiente empleo para todos, un sentimiento que seguramente me va a provocar es miedo a que los demás estén más preparados que yo, y por tanto mi conducta, mi actitud, me limite a inscribirme en las ofertas de trabajo que se ajustan cien por cien a mi perfil.
Podemos pensar que, si queremos modificar nuestra conducta, por ejemplo, en el ejemplo anterior si no queremos limitarnos, tendremos que cambiar nuestra manera de pensar. Por ejemplo, pensar que yo soy el que está más bien preparado por el puesto de trabajo. Y el punto clave de todo esto es sentirlo.
Otra manera seria cambiar nuestra actitud, por ejemplo, apuntándome a todas las ofertas de trabajo para que mis pensamientos cambien, pero este tiene un coste emocional más alto porque puede haber una lucha interna entre el miedo que tengo y la acción que hago.
Un punto óptimo sería trabajar de las dos maneras e ir sabiendo cual potenciar dependiendo en el punto donde me encuentre.
Para cambiar esos pensamientos que no nos apoyan, que los solemos etiquetar como “negativos”, lo primero es identificarlos para determinar cómo condicionan a nuestras conductas y recordarlos, ya que parece obvio que muchas veces los identificamos y ya no nos acordemos de ellos.
Esto es debido a que funcionamos un 95% de manera inconsciente, de manera automatizada, y luego se convierte en un hábito y no los podemos controlar, a no ser que tomemos conciencia de ellos.
La actitud suele ser o positivas o negativas. De hecho, en cuestión de pensamientos, o estás a favor o estás en contra, y eso provoca en ti sentimientos agradables o desagradables que condicionan tus conductas bien o mal.
Así que todos los pensamientos te afectan y un punto esencial para poder cambiar esto es empezar a desindentificarte de ellos y de esa dualidad.
PRIMER PASO- TOMAR CONSCIENCIA PARA PODER ENTENDER LA MENTE Y CAMBIAR HABITOS
Te propongo un ejercicio muy simple y práctico para identificar los pensamientos que no te apoyan o incluso que te limitan (estarás empezando a tomar consciencia, este es el primer paso y muy importante para trabajar con la mente y cambiar lo que queramos). Coge papel y lápiz, y durante dos semanas, dedícate a identificar cada noche al terminar el día situaciones de ese día en las que no te sentiste bien con lo que hiciste. (respirar y toma consciencia de tu día) Déjate llevar e identifica al menos una o dos situaciones cada día apuntando de cada una de ellas lo siguiente: apunta la situación, qué pensaste, qué sentiste, qué hiciste. Por separado, y en ese orden.
Si vas haciendo este ejercicio estás haciendo el primer paso para empezar hacerte amigo de tu mente y a tomar consciencia de cómo se manifiesta el cambio.